Los túneles de La Habana
Por Víctor Angel Fernández
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“Toda la gente en La Habana, que le gusta manejar, cuando salen de paseo, quieren el túnel cruzar, no sé, porqué”
Corría el año 1952, se acababa de inaugurar el túnel que unía la Calle Línea en el Vedado y la Avenida 31 en Marianao, pasando por debajo del Río Almendares y convirtiéndose en una nueva opción comunicativa de transporte, uniéndose al gran puente sobre el Río en la Calle 23, el Puente de Pote, por la calle Calzada y el más pequeño y móvil Puente de Hierro, sin olvidar el conocido por la zona de Puentes Grandes, como paso sobre el río, desde la calle 51.
Era la primera vez en el país que se pasaba por debajo del agua y el Chachachá creado por Jorrín, no podía quedarse a la zaga, para aprovechar la ola de fama del momento.
Como curiosidad, aunque el trasiego de la obra fuera subacuático, las torrenciales aguas del verano cubano, también quisieron hacer acto de presencia y al día siguiente exigieron su lugar y lo inundaron, deteniéndose sus operaciones.
Un histórico anhelo habanero era recortar la distancia en el camino hacia el este, el cual, gracias a distintas vías y luego a la llamada Vía Blanca, se hacía muy largo, atravesando Guanabacoa y otros barrios capitalinos.
En algún momento se pensó en un puente sobre la bahía, proyecto del cual existen imágenes, pero una gran protesta ciudadana, dio al traste con la idea, debido a la forma en que más allá de cambiar el contexto marítimo, en la realidad lo que hacía era afearlo.
Una compañía francesa ganó las licitaciones para la construcción de un puente bajo la bahía, al cual se aplicaron algunas experiencias adquiridos por el de Línea, donde algunos especialistas comentan que fueron reales innovaciones constructivas para este tipo de obra. Quedó inaugurado en mayo de 1958 y el recorrido este-oeste, pasó, como era el anhelo primigenio de una veintena de kilómetros a poco menos de 800 metros.
Aún sin terminarse el de la bahía, la compañía Grands Travaux de Marsella, también recibió la encomienda de las obras del túnel de Calzada. Miramar, ganaba en calidad y fuerza como reparto exclusivo y el viejo Puente de pote, no aportaba a ninguna de las dos variantes. En su construcción se utilizó la experiencia del “hermano mayor”, incluso trasladando algunas estructuras estancas para su construcción.
Su construcción duró 16 meses y quedó inaugurado el 12 de junio de 1959, uniendo por esta vía la recién terminada ampliación de Malecón con la arbolada Quinta Avenida, casi sin solución de continuidad. Su pequeña longitud, permite el paso peatonal entre los dos municipios que une.
Ya no con uno, sino con tres túneles habaneros, el chachachá continuaba:
“Y yo conozco a un muchacho, que maneja un maquinón y le dice a las chiquillas, vamos al túnel mi amor”.
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