La Rampa

Por Víctor Angel Fernández

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La Rampa

El desarrollo de La Habana, desde sus antiguos momentos de intramuros, o sea, aquella ciudad rodeada por una construcción defensiva, hasta nuestros días, ha tenido distintos centros neurálgicos, los cuales, al decir de historiadores y también de los visitantes actuales, can cambiando con el tiempo, según las necesidades y las características de quienes habitan en ella.
Las calles de los Oficios y de los Mercaderes, tuvieron sus momentos fundacionales, cuando se necesitaban desde quien arreglara una puerta, hasta quien vendiera telas o comidas, personas que se fueron agrupando en estos lugares, a los que su repetitiva presencia dieron nombres.
Luego plazas, parques y hasta algunas construcciones relacionadas con las murallas, como la Cortina de Valdés o la Alameda de Paula, tuvieron sus momentos de “centrismo”.
Ya en el siglo XX, aquella emigración que empezara años atrás hacia las llamadas zonas vedadas, conformó un lugar de modernidad en el barrio que tomara su nombre de la característica de prohibición sobre la historia del mismo: el Vedado.
La segunda mitad de los años 50, marcó una cambio extremo en parte de la que se considera avenida más importante del reparto: la Calle 23, sin que por eso olvidemos Línea o las transversales Paseo y Avenida de los Presidentes, con su correspondiente historia.
Un gran cine que ofreció las novedad del Cinerama, también el edificio de la que llegó a ser mayor empresa radio televisiva del país, sumado a edificios de altura emblemática, como el hotel Havana Hilton (hoy Habana Libre), el desaparecido edificio Alaska, el del Retiro Médico y el edificio N, entre los más altos. A ellos se sumaron, night clubs, sedes empresariales, el cine La Rampa y hasta un par de salas de teatro, conformaron la historia de ese tramo de la Calle 23, entre L y el muro del malecón, si se quiere su frontera marítima o, al decir de los capitalinos, el sofá más grande de Cuba.
Todo estaba conformado, pero tres construcciones dieron el toque final a la conformación de La Rampa que hoy conocemos.
Su acera, convertida en el único museo donde las personas caminan sobre las obras de artes de algunos de los más grandes exponentes de las artes plásticas cubanas, que incluyen a Wifredo Lam, Portocarrero o Amelia Peláez.
Un gran salón de exposiciones, el Pabellón Cuba, donde se puede decir que hemos visto de todo y que tuvo su punto culminante en 1967 con el Salón de Mayo.
Mientras que para cerrar, la catedral del helado, Coppelia, una joya de las concepciones arquitectónicas modernas de la capital cubana. El lugar que ocupa en la esquina de 23 y L, pasó desde un conocido hospital habanero, a una especie de lugar para el divertimento, hasta convertirse en el lugar de referencia más repetido en Cuba, aunque algunos lo sitúen en un segundo lugar, detrás del Capitolio, ahora con su cúpula dorada.
Cualquier persona que viva o visite La Habana, algún día de su vida ha ido Rampa arriba o Rampa abajo, algo de lo que no muchas calles o avenidas importantes, pudieran presumir.

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