Regla: más allá del mar
Por Víctor Ángel Fernández
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Una de las salidas o paseos, que más disfrutaba en tiempos infantiles, era que mis padres, uno o el otro, me llevaran a cruzar la bahía en la capitalina y cubanísima, Lanchita de Regla. En el medio del camino, muchos echaban centavos al mar y pedían deseos, en una versión caribeña de la Fontana de Trevis.
El viaje incluía entrar a la iglesia, con independencia del nivel de creencia que se tuviera y por último, antes del regreso, en una cafetería, casi montada sobre el espigón, tomar una “caficola”, especie de refresco formado por una cucharadita de saborizante y agua seltz, al módico precio de tres centavos, a veces impagable por haberlos echados al mar en el viaje de ida.
Esa aventura, en mi imaginación infantil, se convertía en el cruce del gran mar, en el apreciar los barcos y disfrutar el runruneante motor y el leve balance del mar. Aunque hace muchos años no existe esa forma de pasaje, algunos ómnibus que llegaban hasta los embarcaderos, La Habana y Regla, propiamente dicha, daban transferencia, un boletín al precio de solo dos centavos que permitía el pago del viaje de ida y vuelta.
Pero la historia de Regla es más, aunque su transportación marítima la encasille.
Según datos ofrecidos por documentos de la Oficina del historiador de la Ciudad, la virgen es la patrona de la bahía desde 1714, mientras que su hermosa Ermita, fue primero declarada Monumento Nacional y más tarde Santuario Nacional.
Por estas razones, es famoso el territorio donde, de forma permanente, se rinde tributo a esa virgen como Yemayá, deidad del panteón Yoruba y dueña del mar.
Según diferentes denominaciones, los días 7 de septiembre u 8 de septiembre, es el momento especial para rendir ese tributo, aunque todo el año es un tiempo bueno para los ofrecimientos. Otra variante es asistir en uno u otro momento, el mismo día 8 del citado mes, tanto a esa iglesia de Regla, pero sin dejar, antes o después, de pasar por la Iglesia de la Caridad, Ochún entre las deidades Yorubas y así no dejar pasar el tributo a las hermanas gemelas en el referido panteón, que dominan las aguas interiores y exteriores.
Pero Regla también es fiesta y, para ser consecuentes con la historia habanera, siempre ha sido fiesta, porque los grandes saraos de las familias más pudientes del siglo XIX, eran momentos para no perderse por jóvenes y los no tanto de la época.
En el béisbol cubano fue famoso el equipo de Los Rifleros. Terruño natal de Bola de Nieve, Roberto Faz, Clara y Mario. Mucho más acá de la comparsa de los Guaracheros de Regla. Para todos, gracias a esa mezcla, el Ultramarino Pueblo de Regla, como muchas veces se repite su nombre, es, ante todo, cultura enraizada en la capital y, por qué no, para muchas partes del mundo donde ha llegado su historia.
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Texto: Muchos recuerdos, en particular de mi hijo, adicto a "la lanchita". Etiquètame siempre. Gracias
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