Mitología cubana (I)
Por Víctor Angel Fernández (Versión)
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En una serie de televisión de hace unos 50 años, conocida en español como El Contador de Cuentos, cada capítulo empezaba con ese personaje principal explicando que en los tiempos muy antiguos, cuando no existía la luz eléctrica ni muchas formas de entretenimientos actuales, durante las noches de mucho frío, cuando las familias se reunían, el mejor lugar, el cercano al fuego hogareño, era reservado para el contador de historias.
Esa persona de aquellas épocas y las actuales que tienen la capacidad de la narración oral, han creado leyendas y personajes que integran la mitología popular, sin olvidar las creencias que influyen en las formas de vida.
Recuerdo cuando era niño, donde casi todo estaba prohibido, mientras que el resto no se permitía o hacía daño, algunos mitos que se creían casi absolutamente-
-La insolación o el tabardillo, cuyo objetivo principal era cortar en algún momento nuestros juegos al sol.
- Después de la leche, nada eche, dedicado a evitar cualquier comida, sobre todo de frutos, luego de haber ingerido un vaso del blanco líquido.
-Los días de Santa Bárbara, raptaban a los niños blancos y rubios.
-El mal de ojos.
-No comer carnes los viernes
-Esperar tres horas para bañarse después de comer.
Sin olvidar la llegada de los Reyes Magos y donde hasta el sexo tenía sus prohibiciones los viernes santos. Siempre existía un personaje, destacado por su soledad, por su mal vestir y hasta por su mal carácter, sobre quien se cebaban todas las burlas y mitos posibles de los habitantes de cualquier barrio, en una capital de provincia o en el pueblo más alejado.
Existían también las relacionadas con las medicinas magníficas que curaban el cáncer, el dolor de las verijas (hasta el nombre era mítico), los pies planos, los ojos de pescado, la “bizquera”, el insomnio, las infidelidades de la pareja, la eyaculación precoz o la falta de disfrute durante el acto sexual.
Todo tenía un remedio casero. Hoy todavía se visita la Tumba de la Milagrosa en el cementerio de Colón, se le dan vueltas a un árbol, pidiendo deseos que nadie ha demostrado que se cumplan, mientras algunas monedas caen sobre la tierra que cubre sus raíces. Se dejan ebbós a la vera de palmas y ceibas, para enamorar a los orishas y donde un muñeco de tela, bien trabajado, puede ser la solución para promover o romper algunas relaciones personales.
Estos mitos y leyendas aparecen por cualquier parte del territorio nacional y luego de algunas búsquedas en publicaciones periódicas, la compartiré con ustedes en próximas entregas.
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